Deporte y Empresa

15.12.2022

Ni la empresa ni el deporte pueden ser turismo de aventura. Debe ser lucha, esfuerzo, aprendizaje


 VALORES OLÍMPICOS Y VALORES EMPRESARIALES

¿La pérdida de los valores tradicionales del esfuerzo y el sacrificio?
El esfuerzo y el afán de superación han quedado desterrados. En los últimos años ha primado la cultura del pelotazo, del dinero fácil y rápido, del mínimo esfuerzo, de la especulación financiera y urbanística. La crisis actual ha puesto en tela de juicio los modelos de gestión exitosos hasta el momento. "El modelo en el que se primaba al accionista, luego al cliente y, por último, al empleado, se ha invertido", según explicó Luis Conde, socio fundador de Seeliger y Conde, en el transcurso de una conferencia organizada por la escuela de negocios ESADE en Madrid (diario Cinco Días, 02/10/09). El directivo que triunfará será el que más se esfuerce. Frente a esto tenemos que, en el deporte, los que llegan a la cima, los que consiguen el éxito, son los que, como Rafa Nadal, saben y proclaman que "la suerte no existe, sino que todo se consigue con esfuerzo y dedicación" (Cubeiro, J.C. y Gallardo, L., 2008). Y esto lo confirma Pepu Hernández cuando en su libro afirma que "Ser constante no es solo echar horas, sino aprovecharlas con pasión", en clara alusión a esa gran mayoría de personas que se limitan a "fichar" en su empresa -o equipo- a las horas de entrada y de salida, pero sin verdadera dedicación y entrega a la tarea que tienen encomendada, lo cual es una de las causas de la grave falta de competitividad de la mayoría de las empresas. "Se puede intentar engañar al jefe, pero al compañero no lo engañas nunca. Reconoce cuando te escondes, cuando no das el máximo de tu trabajo", y si el líder no actúa pronto el problema puede volverse irresoluble. Para salir de ese espiral de apatía y bajo rendimiento provocados por la falta de esfuerzo, el líder debe ser capaz de motivar a su equipo, de transmitir valores perdurables en el tiempo, a largo plazo. Ya nos lo advierte Pepu Hernández en su libro: "Hay que generar confianza y transmitir ilusión a la gente. Aunque el 'ordeno y mando' resulte más sencillo, no ayuda a alcanzar el éxito pleno".


En la empresa solo se consigue el éxito si sus integrantes tienen claros los objetivos y éstos se persiguen con el esfuerzo y sacrificio de todos, al igual que ocurre en el deporte.


Liderazgo en la empresa y en el deporte

Son muchos los casos de entrenadores y deportistas profesionales que están muy solicitados por empresas y consultores de recursos humanos para transmitir sus experiencias deportivas al mundo de la empresa. Esta vinculación entre empresa y deporte de élite ha sido fielmente plasmada por Juan Carlos Cubeiro y Leonor Gallardo (Licenciada en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte) en su libro Liderazgo, empresa y deporte. El paralelismo es tal que llegan afirmar que "Ni la empresa ni el deporte pueden ser turismo de aventura. Debe ser lucha, esfuerzo, aprendizaje". Al igual que en el deporte, no hay nada que valga la pena que resulte fácil. Y concluyen afirmando que "La felicidad, en definitiva, no está asociada a la riqueza, sino a integrarse en entornos saludables, a un sentido de comunidad. La felicidad está, sobre todo, en unas relaciones personales sanas, y nada como la empresa y el deporte para ayudar en esta línea". Sin duda alguna, para J. C. Cubeiro y L. Gallardo en la empresa solo se consigue el éxito si sus integrantes tienen claros los objetivos y éstos se persiguen con el esfuerzo y sacrificio de todos, al igual que ocurre en el deporte. No obstante, en la empresa, al igual que ocurre en el deporte en general y en el deporte de equipo en particular, el aspecto más importante a la hora de conseguir un ideal a alcanzar es obtener el compromiso de los miembros del equipo. Esta tarea de obtener el compromiso de todos es, sin duda alguna, la misión más importante del líder de un equipo ya sea deportivo (el entrenador) o empresarial (el directivo), tal como afirma Pepu Hernández: "El equipo resulta de una suma de voluntades, que para vencer se necesita que todos sean partícipes de lo que se está construyendo"; "Es imprescindible actuar como equipo para alcanzar el triunfo, porque con un jugador especial se puede dominar un partido y mil campeonatos. Para vencer se necesita el empuje de todos". Para Santiago Álvarez de Mon, profesor de la escuela de negocios IESE, los adjetivos que definen la personalidad de un deportista de élite como Nadal, y que se podrían aplicar a un alto directivo, son disciplina, constancia, energía y perseverancia. Apunta Álvarez de Mon acerca de la relación de Nadal con el tenista suizo Federer que "son dos caballeros que compiten de forma muy elegante", y recuerda que Nadal ha propuesto a su rival como aspirante al premio Príncipe de Asturias (Álvarez, 2009). Este hecho es un claro ejemplo de los valores olímpicos de Deportividad: el impulso de un alto estándar de deportividad que Coubertin denominó "el nuevo código de caballerosidad".


Para que haya evolución, debe haber riesgo. De lo contrario se produce el estancamiento. El paso importante es del 'no, no' al 'por qué no'. 



Aplicabilidad del ideario olímpico a la gestión empresarial

Uno de los casos más recientes y ejemplo paradigmático de talento en todos los sentidos, que ha inspirado un caso de la escuela de negocios IESE es el del tenista Rafa Nadal. Las lecciones que se pueden aprender sobre cómo Rafa Nadal ha gestionado su carrera deportiva "son universales" y se pueden aplicar tanto a presidentes de grandes compañías, como a jóvenes profesionales que están empezando en el mundo corporativo, asegura el autor. El tenista es un ejemplo de cómo cultivar valores como humildad, disciplina o sacrificio para que la meta no sólo sea llegar a lo más alto, sino saber mantenerse en la cumbre sin perder la perspectiva. Otros ejemplos admirables de sacrificio, entrega y afán de superación los podemos encontrar en deportistas que consiguieron llegar a la cima y ser campeones pese a las graves enfermedades que habían padecido o los graves traumas causados por accidentes.

  • Perla Bustamante Corona. Nacida en Ciudad Juárez, Chihuahua en 1964. Perdió una pierna en 1999, al acercársele una lancha en tanto se estaba entrenando en Puerto Vallarta para competir en un triatlón. Poco después, comenzó a correr en competencias paralímpicas y en 2008 ganó la medalla de oro en la prueba de 100 metros planos categoría T42 de los Juegos Paralímpicos de Beijing. Con ello, impuso un nuevo récord mundial en dicha prueba. 
  • Lance Armstrong. Nacido en septiembre de 1971. Participó en los Juego Olímpicos de Barcelona 1992. En 1996 se le diagnosticó cáncer testicular. Tras dos años de quimioterapia, la enfermedad desapareció y Armstrong volvió a las carreteras. Al principio, sus resultados lo decepcionaron, pero a partir de 1999 se convirtió en el mejor ciclista del mundo y ganó 7 veces consecutivas, de 1999 a 2005, la principal competición de dicho deporte, el Tour de Francia. 
  • Oscar Pistorius, es un corredor sudafricano amputado de ambas piernas desde que era un bebé debido a una malformación degenerativa. De nacionalidad sudafricana, creció y ha vivido acostumbrado a que sus piernas sean un par de prótesis. Es poseedor del récord mundial en los 100, 200 y 400 metros planos para corredores amputados de ambas piernas. En 2008 obtuvo la aprobación para competir en las pruebas regulares de los Juegos Olímpicos de Beijing, aunque no obtuvo el tiempo mínimo de calificación. 
  • Jaime Penedo. Es el guardameta titular de la selección panameña de futbol. Sus cualidades lo han puesto en la mira de las ligas de más importantes del mundo en este deporte, como la italiana y la española. Una deficiencia congénita en su corazón, una arritmia que se agudiza al hacer esfuerzo físico, le ha provocado no ser contratado en ninguna de estas ligas. Pese a ello, los médicos no le han negado seguir jugando y su lugar en la selección de su país es casi inamovible. 
  • Miguel Calero. Es el portero titular del club de futbol Pachuca. Originario de Colombia, pero naturalizado mexicano, Calero sufrió una trombosis en 2007 en su brazo izquierdo. Pasó medio año fuera de las canchas, pero ha logrado volver para retomar un nivel óptimo y ayudar a su equipo a cosechar un subcampeonato de la liga mexicana. 
  • Nate Ocasio. En 2005, poco después de que había salido de la Universidad como uno de los mejores jugadores de volleyball de EUA, contrajo la enfermedad de Still, un raro padecimiento que produce inflamación generalizada en el cuerpo, artritis, fiebre y demás complicaciones que en su caso incluyeron: disminución del funcionamiento cardiaco, colapso pulmonar y del hígado. Estuvo 20 días postrado en una cama de hospital en terapia intensiva porque los médicos no atinaban a diagnosticar su enfermedad. Después de que le detectaron el padecimiento, Ocasio tuvo que aprender a caminar de nuevo y logró volver a jugar volleyball aunque los médicos le daban sólo 10% de oportunidades de hacerlo. 
  • Alberto Contador. El más reciente ganador de la Tour de Francia estuvo cerca de perder la vida en 2004, año en que se convulsionó al caer durante una de las etapas de la Vuelta a Asturias. Fue asistido rápidamente y su estado de salud no se agravó, pero le fue detectado un cavernoma en el cerebro. Fue operado de emergencia y logró recuperarse para convertirse en uno de los mejores ciclistas de la actualidad. Fue Olímpico en 2008. 
  • Saúl Mendoza. Es un atleta paralímpico mexicano, multicampeón de competiciones de velocidad en silla de ruedas. A los seis meses de nacido contrajo poliomielitis, por lo que sus piernas quedaron muy afectadas y él debió acostumbrarse a usar silla de ruedas. Ha ganado varias medallas en Juegos Paralímpicos y ha sido nombrado Atleta del siglo del deporte mexicano. 

El líder, como gestor de riesgo. Para que haya evolución, debe haber riesgo.


El sacrificio que para el deportista olímpico supone el largo proceso de preparación de su participación en una olimpiada, con la esperanza de ser el mejor una vez cada cuatro años, que requiere una meticulosa planificación de los entrenamientos a tan largo plazo, constituye sin duda una arriesgada inversión, tanto por el largo plazo de la expectativa de "retorno" como por la "volatilidad" de lo invertido. Este riesgo debe ser asumido por todo el equipo, ya sea deportivo o empresarial, pues como afirma Hernández en su libro "Para que haya evolución, debe haber riesgo. De lo contrario se produce el estancamiento. El paso importante es del 'no, no' al 'por qué no'". Y ese riesgo debe ser asumido por el líder del equipo, que con su ejemplo animará también a los demás miembros del grupo a que asuman su cuota de riesgo, sin temor a la derrota dado que la derrota es parte del juego y "Conviene saber digerir las derrotas. No solo se juega para ganar", afirma Hernández. En esa misión aparentemente imposible de que toda la organización debe asumir su cuota de esfuerzo y de riesgo "es fundamental delegar y definir las tareas entre los miembros del equipo, porque toda misión es relevante".